¿Cuántas veces nos hemos juzgado o culpabilizado porque “somos agresivos” o porque “nos enfadamos”? Bienvenidos al MUNDO HUMANO con toda su complejidad y su maravillosa completitud.

Una vez más, hablamos de la importancia de conocer nuestros “valores” ¿porqué? Porque es la base para entender por qué unas personas reaccionan con agresividad ante unos eventos y otras apenas se inmutan. Pero en realidad ¿qué es la agresividad?

Muchas veces, escuchamos la afirmación: “No soy nada agresivo”, “No me gusta la agresividad”, “La agresividad es mala”, etc.
Pero, ¿Qué pensarías si te digo que todos los seres humanos poseemos ese rasgo? ¿y si te digo que todos los seres humanos necesitamos la agresividad para sobrevivir y defender nuestros valores más altos?

Teniendo en cuenta la ley de la atracción, se produce una dinámica muy interesante en este aspecto, y es que, cuanto más se reprima el rasgo de la agresividad, atraeremos a más personas etiquetadas como “agresivas”. Cuanto más intentemos ocultar nuestra ira, más personas iracundas vendrán a nuestro entorno. Eso ocurre para que aprendamos a integrar ese rasgo en nosotros mismos y, sobre todo, a amarlo.

Con estas afirmaciones no estoy alentando a la agresividad, a que seamos agresivos sin más, sino que trato de aumentar nuestra comprensión y amor hacia el prójimo y hacia nosotros cuando expresamos ira o enfado.

 

ABCD DE LA NEGATIVIDAD

Una frase muy común que se suele escuchar es: “Esta persona ha actuado de esta manera, y no como yo lo hubiera hecho; por eso, no me aprecia, no me quiere, no me respeta”.

La realidad, es que las personas viven según sus propios valores, no según los nuestros.
Según esta premisa, se suele producir un fenómeno muy interesante: normalmente todos los seres humanos solemos proyectar nuestros valores más altos sobre otras personas, con la expectativa de que las personas reaccionen según nuestras propias prioridades.

Pero conviene saber que estas personas, a su vez, tienen su propia jerarquía de valores, con lo que, reaccionan bajo éstos. Al no responder cómo nosotros esperamos, (según nuestros propios valores), nos sentimos rechazados, maltratados y traicionados.

Según éste proceso, se produce lo que se denomina el ABCD de la negatividad:- La ira, la agresividad, la culpa y sentimientos de traición, la crítica, la desesperación y la depresión. Todo esto es resultado de que tus valores más altos se están proyectando sobre otras personas que no pueden someterse a tu propia jerarquía de valores.

Por lo tanto, si abrimos nuestra mente a este concepto y entendemos que todos los seres humanos vivimos según nuestra propia escala de valores, ganaremos en sabiduría y nuestras relaciones mejorarán considerablemente.

Todo esto tiene sentido si observamos que, constantemente generamos expectativas que no son nada realistas en cuanto al comportamiento y la forma de actuar de los demás. Vivimos proyectando nuestros valores en los demás y esperamos que las personas de nuestro entorno actúen en consecuencia con nuestras prioridades y si esto no ocurre, – que es lo que suele suceder- nos enfadamos, y criticamos a estas personas. Generamos malestar y negatividad tanto en la otra persona como en nosotros mismos tratando de vivir en la fantasía de que lo que nosotros hacemos es lo correcto y lo que hacen los demás es incorrecto. Por esta misma razón, la otra persona también se sentirá mal porque está siendo juzgada sin motivo aparente y se generará confusión y malestar en la relación.

Esta reacción ajena, puede resultar interesante para nuestro aprendizaje porque nos está ofreciendo un feedback como demostración de que estamos proyectando una ilusión o una fantasía propia en la otra persona. Nos indica que la otra persona tiene otros valores y prioridades diferentes a los nuestros y, como tal, merece ser respetada.

Cada ser humano vive en consonancia con sus valores más altos, de una forma u otra.

Recuerda que siempre en algún lugar del universo existirán personas con una escala de valores totalmente opuesta a la tuya, por lo que, no existen valores correctos o incorrectos.

 

PORQUÉ NOS ENFADAMOS Y NOS SENTIMOS IRACUNDOS

Una vez entendido este concepto, es interesante saber qué hace que reaccionemos de forma iracunda y agresiva.

Pongamos un ejemplo: supongamos a una persona cuyo valor más alto es su familia, vive enfocada y entregada a su cónyuge e hijos. Imaginemos que un día, un desaprensivo rapta a los hijos de esta persona y cuando va a recogerlos al colegio, estos niños no están porque han desaparecido.

Evidentemente, por muy asertiva y empática que sea la persona, aparecerá su agresividad para ir y defender a estos niños y llevarlos con ella. Hará todo lo que esté de su mano para salvar a estos niños, y no parará hasta que lo consiga.

¿Cómo lo hará? Evidentemente, lo hará de forma agresiva y hasta violenta (si fuese necesario).

Por lo tanto, la agresividad aparecerá cuando percibamos que perdemos lo que es más importante para nosotros; nos sirve para defender lo más importante en nuestra escala de valores.

¿Qué se esconde detrás de la agresividad? Nada más que miedo a perder lo más valioso para nosotros.

La ira es el motor que nos pone en marcha para ir en busca de lo que queremos, para defender lo más valorado para nosotros. Por esta razón, no es útil desprendernos de la ira y la agresividad, porque en realidad, nos sirve para defender lo más valioso en nuestras vidas.

Si no utilizas la agresividad para defender lo más importante para ti, la utilizarás para destruirte a ti mismo.

Otro punto importante para entender la ira es que nos servirá para poner límites a los demás e indicarle hasta dónde pueden llegar.

 

LA AGRESIVIDAD EN LA VIDA DIARIA

Un ejemplo muy interesante para entender esto, son los niños.

Los niños, desde pequeños también tienen sus valores y si los padres aprenden a observarlo y a amarlos por quienes son, en lugar de por quienes “deberían” ser, será muy gratificante para ellos, y crecerán gozando de una buena autoestima y buen auto-concepto.

Dicho esto, vemos cómo los niños intentan todas las estrategias posibles para conseguir lo que ellos quieren (juguetes, comer chucherías, salir con los amigos, jugar con videojuegos, etc.) Los padres con todo su amor, intentan explicarle asertivamente porqué no pueden hacerlo durante más tiempo, pero los niños, harán gala de sus dotes de persuasión utilizando todas las estrategias que saben que funcionan, algunos lo harán mediante llantos y pataletas y otros lo harán mediante un teatro digno de merecer un premio Max de las artes escénicas. Los padres, al ver que sus argumentos explicados de forma asertiva, no funcionan, se irán enfadando hasta que, de forma agresiva les dirá que no es posible hacer lo que ellos quieren. Y al final, por lo general, los padres suelen ganar, fuera de toda negociación.

Además es importante saber que los niños necesitan esa figura de autoridad y de disciplina. Los niños deben saber y conocer cuáles son los límites de los padres y del resto de las personas. A veces, no existe otra forma de manifestarlo que bajo el enfado y la agresividad.
De la misma manera, si nos permitimos enfadarnos y mostrarlo sanamente, estamos enseñando a los niños habilidades para defender lo que es más importante para ellos.

Con esto, reitero que no estoy fomentando la agresividad como forma de comunicación, sino como comprensión de nosotros mismos y de los demás. Se trata de ver la agresividad como un rasgo humano que nos ayuda a defender lo más importante en nuestros valores y además nos ayuda a ponernos en marcha para cumplir nuestro vacío.

Si nos paramos a observarnos humilde y honestamente, veremos que a veces, necesitamos que alguien se muestre agresivo con nosotros para activarnos y ponernos en marcha, así como para pararnos los pies y ponernos límites porque no lo hemos visto de otra manera más sutil. Por eso, es sabio utilizar la agresividad a nuestro favor y a favor de los demás.

Agresividad Laboral

En el área profesional, muchos jefes y directivos cuyos valores más altos son su vocación y su profesión, hacen gala de un carácter iracundo, agresivo y rudo. Y si bien es verdad que muchas personas funcionan bajo presión, ¿qué tal si aprendiésemos a conocer a las personas del equipo para ver dónde tienen sus valores y tratar de inspirarles en su trabajo según su propia jerarquía de valores?

Ahí estaría la clave en un equipo de trabajo altamente eficaz: Tratar que las personas alineen sus valores con los valores de la empresa y conseguir que trabajen de forma inspirada.

Es muy común escuchar la frase “Mi equipo no da lo mejor de sí” “No sé qué hacer para motivar al equipo que me ha sido asignado”, etc.

Pues bien, la llave para abrir a las personas del equipo a que trabajen sin necesidad de motivación externa, u otro tipo de presión más agresiva, es conocerlas lo suficiente como para comunicarse en su propia escala de valores, y ayudarles a que vean cómo el trabajo que realizan cumple con sus valores más altos.

De esta forma, el equipo estará cohesionado, inspirado y el líder no necesitará utilizar medidas drásticas para motivarlo. Por lo que, la agresividad bajará en intensidad y sólo aparecerá en momentos puntuales.

A veces, los líderes tienen la fantasía de desear que todos los miembros del equipo tengan los mismos valores que él –la vocación o profesión-. Sin embargo, es necesario entender que las personas del equipo tienen una escala de valores totalmente diferente y que entre todos los miembros habrá un equilibrio en todas las áreas de la vida. Por lo que, habrá personas cuyo valor más alto será la profesión, otros la familia, otros el área social, otros la espiritualidad, etc. y que todos quieren ver sus valores satisfechos con el trabajo que realizan. Es algo totalmente humano.

Ahora, estamos viviendo un período de cambio universal muy intenso en el que a veces, la ira y la agresividad nos inunda por momentos. Luego, nos sentimos culpables por haber manifestado esa emoción, pero es sabio entender que la agresividad nos indica que lo más importante en nuestros valores está siendo desafiado.

Es conveniente preguntar “¿A qué tengo miedo?” “¿Qué es lo que no quiero perder?” Probablemente la respuesta sea: Mi trabajo, mi sueldo, mi situación económica, mi estatus social, mi familia o mi salud. Y todo es digno y razonable.

De esa misma manera, aquellas personas de nuestro entorno que se muestran agresivas, nos están mostrando su miedo a perder lo más valioso para ellas, y probablemente, lo más valioso para ellas somos nosotros.

Conviene entender la ira y la agresividad en nosotros para poder entender la ira y la agresividad en los demás.

Amamos a los demás en la misma medida que nos amamos a nosotros mismos y comprendemos a los demás en la misma medida que nos comprendemos a nosotros mismos.

No podemos desprendernos de ningún rasgo humano y la agresividad bien canalizada, nos ayuda a defender y mantener lo más apreciado y valorado por nosotros. Por lo tanto, no es sabio tratar de negar o reprimir este rasgo, sino utilizarlo a nuestro favor y canalizarlo para defender lo más valioso para nosotros.

Si entendemos esta dinámica, nos servirá para entender a las personas de nuestro entorno y respetar lo más valioso para ellos. Esa es la clave del respeto y el amor hacia los demás.

 

Amor y gratitud.
Ana María Jiménez Molina

Publicado en: febrero 26th, 2021 / Categoria: Blog /