Érase una vez, una hermosa y simpática niña que todos los días salía a la calle para ir al colegio y compartir sus conocimientos con los otros niños y aprender de sus profesores.
Cada día que regresaba a su casa, se entretenía en el camino viendo el paisaje, los detalles de todo cuanto acontecía, y llegaba con algún objeto o cosita nueva que guardaba en una caja que escondía en su habitación.
Un buen día, su mamá entró a la habitación y la sorprendió escondiendo la caja donde guardaba todo aquello que se encontraba en el camino al colegio.
Su mamá le preguntó: “Hijita ¿qué escondes ahí?” y la niña se lo enseñó.
La mamá se sorprendió cuando al abrir la caja vio que estaba llena de piedras de muchos colores, algunas muy bonitas y otras no tan agradables, incluso parecían estropeadas y algo viejas y anticuadas.
La mamá no entendía porque tenía esas piedras guardadas y para qué, y le preguntó: “Hija, ¿qué es esto? ¿Porque guardas esas piedras, sobre todo las que son tan feas que no sirven para nada?” La niña, miró atenta a su madre y le dijo: “Mamá, todo esto es mi tesoro. Es todo aquello que me encuentro en el camino hacia el colegio. Las piedras bonitas las guardo para hacer en el futuro un collage con todas las piedras preciosas que me estoy encontrando en el camino y las piedras feas las guardo para dar consistencia al collage, sin esas piedras feas, el collage no podría tener unos cimientos fuertes que sujeten todo aquello que se ve tan bonito”.
“Son como las personas, aquellas personas de nuestro entorno que son bonitas y buenas, nos hacen pasarlo bien y nos hacen disfrutar de la vida, mientras que aquellas personas que nos parecen feas y desagradables, nos hacen reflexionar, nos hacen fuertes, luchadoras y nos dan consistencia en nuestro interior para seguir avanzando día a día. Aunque no nos damos cuenta, sin esas personas desagradables, no creceríamos y no seríamos lo que somos hoy en día para que podamos lucir como piedras preciosas…”
La mamá le dio las gracias a la niña, mientras se secaba las lágrimas de gratitud por la sabiduría que salía de esa criaturita y le dijo: “Ve a ver los regalos que te han dejado los Reyes Magos, te van a gustar”